lunes, setiembre 10, 2007

Día 30, domingo

Cuando Serapio Glenn murió, ella no quiso enterrarlo. Tenía la esperanza de que tal vez resucitaría. Ese conejo la había ayudado a reponerse de ciertos transes. Serapio se enamoraba con facilidad. Era inteligente, pero frente a otras conejas perdía la cabeza. Aquello le costó la vida. Un día lo llevaron a conocer a otra coneja. Vivieron juntos por un tiempo. Serapio Glenn se acostumbró a estar compañado. Cuando regresó a casa, sin embargo, estuvo molesto y deprimido. No hablaba con nadie. Dejó de comer por cuatro días. Cuando se dieron cuenta, Serapio Glenn ya estaba muerto.